Tuesday, September 16, 2008

Casi nunca tengo miedo, solo me destruye la incertidumbre

En la vida de todos las cosas más o menos pasan. Viene una mujer de vestido rojo, cabello largo y zapatos de tacón a pasar de largo frente al restaurante donde un hombre, a solas, medio come y despacito, sin casi notarlo, le medio roba el corazón de tajo al pobre y de paso lo excita. La vida va medio pasando y ellos se van conociendo a medias, tocándose a tientas (porque esta no es la única forma de erizarnos la piel del cuello) y abrazándose de vez en cuando. Las tardes de jueves pasan tan a medias, sin contratiempos que uno simplemente no las nota o no las toma como algo importante, hasta que nos medio despertamos una mañana de sábado con cruda, el cabello en estallido y mal aliento, para darnos cuenta de que ya han pasado años de medio estar juntos, de medio amarse y cogerse en el baño por pura comodidad y en la cama por costumbre dada. De engañarse mucho y de manera inconstante. Y es ahí precisamente cuando uno medio no lo nota o medio lo esconde para hacerse el desentendido (o de plano pendejo), de que todo ha ido medio transcurriendo como no lo deseábamos del todo, que hubieron episodios que estuvieron medio de la chingada, y que nos hubiera parecido más o menos bien el que dos o tres cosas no hubieran jamás sucedido o pasado de manera más o menos diferente, ó de largo al menos. Más o menos casi como empezó todo, recuerdas?

(Pausa Nocturna)

Indicio:
Dependo, existo, dependo
Ahora sé; antes no
Tras mi espalda,
Los árboles crecen y el suelo no se moja
Ni llora, ni resbala.
Tras mi espalda
Finge amores y colores:
Escudriña, se esconde y aguarda…
Esto sólo ha sido un simulacro

Tú ya sabías que soy así: volátil, inconclusa y con una capacidad de seducción y enamoramiento que casi espanta. El ritmo, las luces, los espacios fríos: tu lugar, el mío a medias y la música. Los secretos gustos y las desavenencias. Así somos tu y yo, así de parecidos y tan así de amalgamados… a ratos, de seis a dos y de viernes a lunes. De bar en bar, de auto a auto, de beso robado en beso robado, de miradas a medias que a veces dicen tanto a otras que lo son tanto que mejor no decimos nada.

Amor de calle a oscuras y desamor de siempre porque la verdad, en verdad, no existe casi nunca. – Para ahora y abrázame – dije. – Paro aquí y te toco y te veo y no digo nada – dijiste.

No pares entonces y deja que mi corazón se revuelque cono niño en tina, como fritura en aceite hirviendo, como pez en ahogo, como corazón contraído de amor, de espanto, de vergüenza, de ganas, de dolor y de espanto. Y es que tu sabes que te tengo a medias, en espasmos, diluido, transparente y en evanescencia. A trote de yegua en calor ardido y creciendo; a galope con la crin al seno que fricciona y revienta y agiliza este pecho tan ávido de tus manos toscas que se crispan, y sus nervios que no tiemblan, que no vacilan y están y que no me tocan y si, pero no hoy mejor mañana, mejor de una vez; mejor nunca, nunca jamás.

Mejor así de repente, de aprisionamiento adolescente y de ganas mi hombre, muchas ganas.
La noche sigue con su rumor de autos, de gente, de pasos, de vino, de cigarros, de noche, de segundos… 11:45 con 11, 12, 13, 14 1,5 y se me van las ganas de que me tengas y es que no se que chingados hago con estas pasiones que me corrompen y me fastidian y me hacen sentir tan viva, mi amor, tan viva.
Ahora que los segundos se me esfuman, siento mi piel en expansión y suavizada por las caricias de nadie que no seas tu. Luego entonces, que sea lo que sea, sea, ente tú, yo y estas palpitaciones que amenazan con abrirme el pecho para correr, abrir tu ventana, meterse en tus sábanas y abrazarte, no siempre, no mañana pero esta noche te lo juro, por siempre.

Friday, September 5, 2008

De la serie... ella habla sola

El noticiero de esta mañana de domingo no me dice nada nuevo ni conmovedor. Lo único que captura mi atención es el bloque de luz que irradia de la pantalla para reflejarse en la asimetría orográfica de un gigantesco cobertor azul. Ahí, mi mirada se queda y desliza suvemente y sin interrupciones, adivinando las formas pasadas de un acto de comunión. Poco más a la derecha, las curvas se acentúan y se hacen firmes, tanto como el recuerdo de tus dedos en mi espalda. Sin moverte tú ni tocarte yo, comienzo a adivinar a tientas de vista tu figura y tu sexo en descanso. Con todo la intensidad que me provoca, te acaricio el sueño y el halo de tu respiración acompasada, que me hace pensar en tu vigilia desmemoriada y al mismo tiempo vasta de sueños indelebles, que de tan reales podrían facilmente parecer absurdos. Tu pecho marino de un oleaje tremendo, se mueve apenas. Las crestas de sus olas jamás revientan sino que se revuelven y comen a sí mismas. Como en escenario, las luces se han concentrado en tu figura. El televisor te baña de lineas estrobóticas multicolores y el filito de luz que se trasmina al través de las cortinas de la ventana que da al parque, te define el perfil de frente, labios, nariz, barbilla. Sin querer ni ensayarlo me ofreces el espectáculo de la vida: latente, humano, hombre... de largos dedos y hombros pequeños. Vivo, tuyo y tan aquí qur tu presencia lo captura todo, incluyendo a esta espectadora que no necesita sentirse penetrada para ser tuya en el transcurso de éste breve acto contemplativo y de posesión. Buenos días hombre. Aquí y ahora, mi ser testigo de la laxitud de tu sueño profundo me ha revelado un secreto más de la vida.