Sunday, February 15, 2009

Un poema muy, muy viejo

El pecho acribillado por latidos:
pum, pum, pum.

Temblor. Movimiento.
Los músculos se contraen cada vez más
y las fauces se abren.

Mi cuerpo necesita cansarse y ser oprimido.
Ya no soporto la ligereza de mis piernas
y el aire que se acuesta sobre mi.
La boca se humedece y mi sexo babea;
gota a gota los pechos se endurecen.

(Como extraño lo que no conozco.
Como ansío lo que solo a escondidas he visto).

Tras mi puerta,
se oyen rumores, quejidos y golpecillos.
Si no estoy mal, se cogen a mi madre:
arriba, abajo, arriba, abajo.

Susurros. Silencios. Sonrisas.
Fatuo, ínfimo, fugaz.
Mutuo, intimo, voraz.

Sólo necesito calma y descanso;
sólo necesito que alguien me corte el aliento.
Frágil seducción;
maniatado ritmo.

Una embestida sin desnudez,
orgasmo acallado;
redada,
sexo nada más

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